lunes, 15 de septiembre de 2014

Aportes para una historia

En cada ciudad, pueblo y país hay tradiciones orales. Al paso del tiempo se van convirtiendo en historias colectivas. Cada generación las recoge, las modifica, las adapta, las aumenta, las distorsiona. A veces semejan inverosímiles. Pero son realidades. Aunque parezcan mamarrachos de la historia. La esencia no se pierde. Puede parecer el valor agregado de algún sarcasmo, de alguna socarronería, de cierta sátira que suele ridiculizar al protagonista.
Estas historietas que pretendemos rescatar del olvido han sido registradas entre los escasos testigos vivientes de buena memoria. No son muchos, pero son válidos.
Trataremos de contar todo lo que se pueda, con las variantes personales de cada caso. Hay versiones distintas -coincidentes en el fondo- sobre hechos y personajes de acuerdo con la visión de cada uno. Las diremos todas. Porque respetamos la memoria, la opinión y... ¡los años!
Estas son algunas de las personas consultadas. Lo que no está en discusión es la seriedad con la que cada cual ha colaborado en la confección de estas historietas, de las que han sido, sino protagonistas, por lo menos testigos válidos y honestos. Sara García, José Santiago, Remo Campomassi, José Cobo, Avelino Muñiz, Elena y Lidia Ursino, Roberto Ursino, Pascual Capelli, Roberto Pardo, Pablo Ferrari, Laura Sclavi, Aldo Camagni, Héctor Ruiz, Helio Traversa, Atilio Rodríguez Fontán, Luis A. Rodríguez Fontán, Tulio Angelozzi, Roberto Sgalla, Antonio Fontán, Pablo Freixa, Rubén Antonelli, Sergio Gómez, Eduardo Marconi, Pascual Mazzello, Oscar Echarren, Ivo Distéfano, Augusto Distéfano, César Gaggiotti, Dora Greco, René Fernández, Herminio Rossini, Carlos Tomás, Raúl Gómez, Héctor Blas Scotti (Mamel), Ricardo Vignoni, Miguel Romay, Patricio Fernández, Julio César de Lucía), Armando Vignoni, Armando y Antonio Genovese, Bruno Lentini, Avelino Fernández, Julio Aerts y Claribel Dodero.


Extraído de "Historietas Whitenses", de Ampelio M. Liberali. Museo del Puerto. Edición de la Cocina del Puerto de Ingeniero White. Bahía Blanca. Octubre de 1994; p. 3.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Prólogo

     Ampelio Liberali, whitense y periodista residente en Buenos Aires desde hace ya muchos años, retorna al pasado para reencontrarse con el pueblo en que nació y pasó su niñez y juventud. Recorre esta distancia en el tiempo y en el espacio en compañía de otros whitenses, a los que convoca para hablar, recordar y para registrar estas memorias.

     El tiempo evocado abarca desde los comienzos del puerto de Ingeniero White allá por 1885, hasta los días en que se celebrara su centenario. Los testigos se refieren principalmente al medio siglo transcurrido entre 1920 y 1970.

El lugar recreado es el puerto y el pueblo de Ingeniero White, vecino a Bahía Blanca, en el sur de la provincia de Buenos Aires. Como toda población portuaria, White ha tenido un dinamismo que lo diferencia sensiblemente de un apacible pueblo de provincia. La conjunción de nacionalidades, lenguas y hábitos diversos le dan una riqueza que bien puede advertirse en la galería de personajes que se describen graciosamente, personajes que llevan marcadas las huellas de la necesidad y de las penurias que los expulsaron de sus lugares de origen.

Todo ese pequeño gran mundo con su aire cosmopolita, lleno de movimiento, de contrastes, de pintoresquismo, es retomado de la memoria de estos whitenses. Ellos se congregaron junto a Ampelio Liberali y a nosotros para contarnos cosas sobre la vida cotidiana de un Ingeniero White que el transcurso del tiempo inevitablemente ha cambiado.

Gustavo A. Monacci
 
 
Extraído de "Historietas Whitenses", de Ampelio M. Liberali. Museo del Puerto. Edición de la Cocina del Puerto de Ingeniero White. Bahía Blanca. Octubre de 1994; p. 1.